Secretos de Hogwarts [Sirius]

Me dejaba guiar por Sirius, no tenía ni la menor idea de dónde podía estar esa sala. Desde que habíamos salido de la biblioteca me había mantenido callada. Tenía bastante curiosidad encima. Por fin, llegamos al séptimo piso, después de atravesar medio castillo.
Echando una fugaz mirada a las ventanas, vi que ya había oscurecido, y en los territorios y alrededores de Hogwarts lo único que se veía era oscuridad, ni una miserable luz, mientras que la silueta del Bosque Prohibido, algo más espesa y oscura, se hacía notar en el cielo.
Entramos en un pasillo. Me pregunté cuanto faltaría..

Nada más llegar a la séptima planta me planteé un buen pensamiento para que la sala se abriese de forma bonita y no como siempre que quería tema con una chica, por que de verdad esta vez no era por el tema, sino por que Ashley me caía bien y había ganas de divertirse un rato. Pasé por delante de la puerta tres veces y al final se abrió ante nosotros una sala enorme, llena de cosas distintas aunque ordenadas hacia las paredes, sofás en medio e incluso un balcón, era un lugar realmente precioso.

Lo único que pude hacer cuando una puerta se abrió de la nada, dejando ver la gran sala, fue girar la cabeza, asombrada, hacia Sirius.
-¿Qué es esto?- Pregunté, recalcando todas las palabras.
No sabía por que. Llevaba desde que nací rodeada de magia, y aún había cosas que me sorprendían. También era verdad que en Francia no vivía una vida plenamente mágica, pues a los abuelos les gustaba mucho lo muggle. Pero eso no quitaba que, tras seis años de clases, siguiera quedarme sin palabra con cosas así.

Me giré mientras hacía una gran seña con los brazos indicando todo el lugar. Hice una reverencia ante ella, con bastante egocentrismo.-Bienvenida a la sala de los menesteres.-le dije sin dejar de sonreír de ese modo en que solo yo sabía hacerlo, caminé con ligereza hasta el balcón y me apoyé en la barandilla mirando hacia adentro pero sintiendo el cielo levemente oscurecido sobre mi.-¡No tengas miedo, puedes moverte de ahí!-le animé haciendo gestos con las manos como lo más normal del mundo.

Me calenté las manos, pasando una debajo de la otra repetidas veces. Tenía algo de frío, eso me pasaba por no coger la túnica.
Seguí a Sirius, mientras mi mirada iba de rincón a rincón de la habitación. Parecía una sala normal, pero estaba segura de que no lo era.
-¿Puedes explicarme qué es eso?- Pregunté tras cruzar la habitación, curiosa, cogiendo firmemente la barandilla del balcón con las manos. Miré al infinito, la vista era increíblemente bonita.

-Bueno, cuando necesitas algo con toda tu alma y pasas enfrente de esa pared pensando en ello, se materializa una sala que se adapta a tus necesidades... Es guay. Por ejemplo, necesitas URGENTEMENTE ir al baño, pues se materializa un baño... La cosa funciona así-le contesté encogiéndome de hombros, para mi era ya lo más obvio desde que lo habíamos descubierto dos semanas después de comenzar las clases... el primer curso.