Abrí la puerta, sin ningún miramiento, del baño de los chicos. Me daba completamente igual que hubiera alguien dentro, o me vieran pasar.
La luz, que venía de una pequeña y elevada ventana, iluminaba débilmente el baño. Era por la mañana, no tenía clases hasta más tarde, y había amanecido nublado, ¿qué más quería? Pero había un pequeño problema. Tan pequeño como mi cabeza.
Me desaflojé la corbata, insultando mentalmente mi organismo. Estaba mareada, y me dolía bastante la cabeza.
-Qué asco.- Farfullé, sentándome en un grifo. Cerré los ojos, cabizbaja, ordenando a mi cuerpo que se curara.